Plazo Jueves 3 de Marzo a las 5:00 p.m
Fuente: http://www.comunikandonos.com/
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Aunque no se ha llegado aún al desastroso volumen de petróleo vertido por el famoso EXXON Valdés en 1989, los expertos ambientales tienen claro que las dimensiones de la tragedia ecológica pueden igualar o superar la acontecida en Alaska hace más de 20 años.
Su página web tiene desde el pasado 21 de abril información sobre la crisis (Gulf of Mexico response) en la cual asegura que ha movilizado todos sus esfuerzos para contener el derrame. No obstante el esfuerzo comunicativo desarrollado por la empresa, destacando que el Presidente de la compañía Tony Hayward se ha puesto al frente del tema, la BP tiene frente a sí una serie de retos de los que no es fácil saber si saldrá adelante:
• El primero de ellos, es la implicación financiera que para la compañía tendrá atender el desastre. No solo deberá destinar grandes recursos para contener el derrame, sino que también tendrá que hacer una gran apuesta por recuperar el hábitat afectado, que cada vez crece más y más.
• El segundo de ellos, es su reputación como actor social. Hace 20 años no existían redes sociales. Internet no era una herramienta de uso masivo. La conciencia ambiental era fuerte en una serie de organizaciones y líderes ambientales que tampoco tenían espacios para masificar globalmente su mensaje. No obstante, el desastre de EXXON pasó a la historia y parece que lo mismo sucederá con el de BP que siempre será recordado como el peor desastre ambiental de los Estados Unidos
• Ni siquiera el correcto código de conducta de la BP puede aminorar el riesgo. Los códigos de conducta se han convertido en una lista de cosas políticamente correctas que todas las empresas deben seguir. Dice así: “BP está comprometido a proporcionar a todos sus empleados, y a los de otras empresas que trabajen en nuestras instalaciones, un entorno de trabajo seguro en el que nadie corra riesgos innecesarios. Ambiente. Donde quiera que operemos nos esforzaremos por reducir al mínimo cualquier daño al medio ambiente que surja de nuestras actividades. Además de cumplir todos los requisitos legales, haremos todo lo posible por disminuir los efectos de nuestras operaciones sobre el medio ambiente y la salud, mediante la utilización responsable de los recursos naturales y la reducción de residuos y emisiones. Estos retos se aplican a todo nuestro negocio y a todas nuestras instalaciones, plantas, refinerías y oficinas en todo el mundo”.
• El problema en este tipo de tragedias, es que siempre aparecen voceros mucho más calificados y menos sesgados. Líderes ambientales, el propio Presidente de los Estados Unidos, y otra decena de fuentes, han dejado claro que el control informativo del tema hace rato superó las posibilidades de la BP, y que ella debe mantener el esfuerzo de decir en todo momento lo que está haciendo. Fue precisamente el propio Barack Obama quien dijo que BP debía pagar por todo el daño ("La marea negra en el golfo de México es una catástrofe quizá sin precedentes, y la compañía petrolera BP va a pagar la factura"), antes de que la empresa hiciera su primer pronunciamiento oficial sobre los costos financieros del daño. En resumen: se dejaron coger ventaja y luego les tocó aceptar la responsabilidad que les endilgó el mandatario estadounidense, sin poder protestar públicamente por el endoso.
• BP carga además con dos lastres: el de la reputación de la industria petrolera, y el de su propia historia. En el primer caso, la industria petrolera ha sido vista como la gran protagonista que ha impedido que los países industrializados, y en particular los Estados Unidos, suscriban el acuerdo de control de emisión de gases a la atmósfera (el famoso protocolo de Kyoto). En el segundo caso, basta revisar un libro como La corporación, de Joel Bakan, para certificar que en el año 2002, la BP fue duramente criticada por otro accidente en la Bahía Prudhoe en Alaska, originado en la reactivación de un pozo cerrado que estaba en mantenimiento, a pesar de que “los ingenieros de la BP sabían que el pozo todavía tenía problemas…” Los mismos operarios de la compañía suscribieron una carta para afirmar que la empresa “incumplía los requisitos reguladores y estatutarios”.
Como colofón, hay que precisar que la compañía, de todas maneras, BP estaba preparada para enfrentar la crisis, al menos desde el punto de vista comunicativo. No es fácil ir a otro país (México y Estados Unidos) a causar un daño. Es como cuando el hijo del vecino llega a nuestra casa y rompe la ventana con la pelota de fútbol. BP asumió la responsabilidad, ha divulgado ampliamente el hecho desde el primer momento, sus directivas asumieron el liderazgo de enfrentar el problema (a pesar del exceso de fuentes informativas), y abrieron espacios de comunicación permanente con la opinión pública, los gobiernos y las comunidades afectadas. Posiblemente, el daño a su reputación sea grande. Pero ello no incidirá en sus negocios. Nadie le dejará de comprar petróleo por lo sucedido. Sí incidirá en sus finanzas: los cálculos más optimistas aseguran que la reparación (si es que puede repararse) de los daños sociales y ambientales, costarán unos 7 mil millones de dólares aproximadamente.